miércoles, 24 de enero de 2018

Factores sociales, políticos y económicos que generan los procesos de exclusión social

(Ensayo redactado originalmente para el curso de Inclusión social, Unad, mayo de 2016)




¡Vaya temática! ¿Por dónde abordarla? 
     Empecemos por mencionar y definir algunos de ellos en la actualidad de forma interrelacionada, pues no es tan sencillo hablar de factores sociales o políticos y económicos completamente por separado; estos se interrelacionan porque los actores sociales que los producen son miembros de la misma sociedad política y económica, de alto, medio y bajo estrato.
     Todos somos sujetos políticos, desde el simple hecho de ser ciudadanos y participar en elecciones partidistas hasta el honorable parlamentario que ocupa un puesto donde rige los destinos de todos, de buena o mala gana y con quien sabe qué propósitos. El sujeto de a pie como yo o como tú que lees esto es un sujeto causante de exclusión social, lo hacemos cuando elegimos a un candidato sobre otro, porque nos gusta, porque nos convenció de alguna forma o por convicción natural. Elegir a alguien (bien o mal) excluye al actor contrario de esa posibilidad de ganar y representar los ideales de otros, se ejerce una impostura excluyente.
     Luego, desde su sitio de alto rango, el elegido ejerce su cuota de exclusión al proponer ideas y proyectos sobre algún tema por el que se pueda o no estar de acuerdo, beneficioso para algunos y no para muchos, o viceversa. Usualmente, en Colombia es la primera opción la que se impone sí o sí, y casi nunca se debate públicamente, ni, aunque se transmita por televisión ya que nosotros mismos nos autoexcluimos de observar esas ponencias y manifestar nuestro acuerdo o desacuerdo que trae consigo sus propias consecuencias.  ¿Cuáles? Se preguntará el lector. Pues todas aquellas que históricamente nos aprietan un poco más el cinturón, el bolsillo, las posibilidades de prosperar, de estudiar, de ser un sujeto pleno.

     Aunque por esta época del año he observado que se está dando un pequeño pero interesante cambio a esta situación. Como contrapeso a esa forma de exclusión social se ha observado en lo corrido del año posturas políticas a favor de minorías ampliamente discriminadas como las comunidades LGBTI, ateos y librepensadores, etnias y demás; todos ellos sujetos políticos, ciudadanos.
En Chile, pastor Javier Soto, persecutor de los gay con biblia en mano. La religión como principal argumento de exclusión social.
En Colombia, protestas hacia el exprocurador y ahora candidato a la presidencia. Mismo ejemplo de "cariño" hacia población LGBTI, ateos y todo lo que se cruce a sus creencias.
      Aquí podemos entrelazar el eslabón de la exclusión económica; aquella que recae directamente en el bolsillo del ciudadano, aquella que tiene a muchas personas desempleadas y que ha reflejado tasas de desocupados más altas jamás registradas. Esta es quizás la forma de exclusión social más notable pues es la que ofende toda conciencia y restringe la autonomía de cualquier sujeto de derechos y deberes. Esta forma de exclusión (y todas las demás) atenta contra derechos adquiridos constitucionalmente y es quizás el mayor detonante de la desigualdad social, donde la brecha entre ricos y pobres ya es demasiado amplia. Todo ello es reflejo de malos gobiernos (¿recuerda que mencioné que estos factores se relacionan entre sí?), y cada gobierno de turno arrastra los pecados del anterior sin preocuparse mucho por expiarlos de alguna forma. Aunque también hay que comprender que esos pecados son tan grandes que, a pesar de que se haga mucho por expiarlos, no se da la talla necesaria para lograr un progreso notable que sea perceptible en cada colombiano.
     Por ello, esta forma de exclusión social ha dejado fuera de competencia a tantos profesionales, técnicos y tecnólogos que invirtieron tiempo y recursos en ser personas productivas pero que ahora están cesantes por falta de oportunidades laborales. Incluso los menos estudiados la tienen tan difícil como su contraparte más culta, pero, en síntesis, todos los afectados están relegados a tomar lo que salga por trabajo o quedar cesantes de nuevo. 
Desplazados en Cúcuta: Sin recursos, sin empleo, sin salud.
     Para terminar de tejer la cadena de la exclusión social hilaremos el eslabón de la ignorancia. Afirma Rodríguez (2013) que esta es la forma de exclusión social más grave, pues se trata del desconocimiento voluntario o involuntario de la propia historia que nos dio vida y educa:
se trata del ocultamiento y del silencio que se yergue frente a ese mismo pasado, en donde el sistema educativo ha cumplido y sigue cumpliendo un papel asignado desde los mismos inicios de la Conquista, es decir, el de evitar por cualquier medio que los colombianos puedan tener siquiera una leve idea de su propia historia y de su propio entorno, además de contribuir grandemente a que el colombiano este aislado de cualquier idea, así sea lejana, del conocimiento científico” (Rodríguez, p3).
     Y no es mentira, demos una simple mirada a la cotidianidad. Si prestamos atención a los canales de televisión encontraremos algo en común: nada útil. No hay nada que podamos apropiarnos como un repaso a nuestra historia que nos evite repetir los errores de antaño. Es más, ni siquiera sirve para brindar entretención de calidad y nos hemos acostumbrado a conformarnos con lo que “sirvan en la carta”, nos han aislado de nuestra historia a través del medio más masivo del país, ese recurso que existe como un integrante más en cualquier familia del país sin importar el bolsillo que lo traiga a casa. Qué desperdicio de herramienta más amigable para cualquier ser humano.
     Vamos ahora a la parte científica del país. Veo con tristeza que Colciencias desde 2014 tiene cada vez su presupuesto más reducido para realizar investigación científica, y que las grandes y potenciales mentes de nuestro país se irán a buscar futuro a otras tierras, si pueden. En cambio, veo como Indumil recibirá más recursos para fabricar municiones de exportación en contratos hacia el medio oriente para la lucha contra E.I. Independientemente de que sea una industria que lucre al país con cierto debate ético que no deseo tocar y que sirva indirectamente para combatir una plaga mundial como lo es la religión hecha gobierno totalitarista, es seguro que sus ingresos a la cartera pública no vayan a parar en inversión científica o educativa; tal vez cubra otros rubros de interés ojalá necesarios, pero eso lo desconoceremos hasta ver qué pasa en un tiempo prudente con ese capital recaudado.
     Ramírez decía al final de su texto que el panorama cambiará si las universidades públicas y privadas ponen de su parte con responsabilidad social y principios básicos homogéneos, pero mientras exista toda clase de exclusión social que afecte a la ética y moral de cada sujeto en toda la cadena productiva, desde el estudiante vago y recostado hasta el profesional mediocre y abusivo, nada sucederá ni dará visiones de cambio social que repercuta en la disminución de la brecha social a fin de darle muerte a tanta desigualdad mezquina y excluyente.



Bibliografía.

Dentro, no afuera (2012). Video de YouTube. Recuperado de: http://www.youtube.com/watch?v=fLtqiOcWrws
 
Rodríguez, Carlos. (2013) Inclusión, Educación, y Democracia en Colombia. UNAD.
Recuperado de: http://campus09.unad.edu.co/ecsah03/mod/lesson/view.php?id=13308&pageid=1840